Aconcagua - Junto con el aumento de la violencia doméstica, el uso de drogas, la adicción a las pantallas, la angustia y la depresión, hay personas que podrían sufrir síntomas de trastorno postraumático, a causa de la extensión de la crisis sanitaria.
Un complejo panorama sobre las consecuencias que la pandemia podría generar en la población, particularmente sobre la salud mental, advierte el psicólogo de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), Juan Pablo Araya, quien subraya como uno de los factores más críticos la extensión de la crisis sanitaria.
El académico de la Facultad de Ciencias Sociales asegura que durante este último año no sólo han aumentado los casos de violencia intrafamiliar, sino también la angustia, depresión, adicción a las drogas y a la pantalla (en el caso de los niños), lo que ha afectado duramente la salud mental de las personas.
“Las consecuencias son, fundamentalmente emocionales, en relación a la generación de ansiedad, angustia, también un grado de depresión (hay gente que se le va a agudizar la depresión) y, por otro lado, está el consumo de alcohol y sustancias. En los niños también se aprecia una excesiva exposición a los juegos y pantallas, y también hay un aumento de la violencia doméstica este año a raíz del confinamiento”, dice el especialista.
Pero eso no es todo. Araya sugiere, además, que incluso algunas personas podrían experimentar traumas postraumáticos una vez que esta crisis sanitaria comience a decaer. Es decir, revivir los sentimientos de miedo y angustia, pesadillas, así como pensamientos incontrolables sobre la situación. Araya explica que esto ocurre cuando una persona supera un cierto umbral en su capacidad para afrontar o resistir una crisis, tras lo cual se compromete la posibilidad de superarla, ya sea solo o con una red de apoyo.
¿QUÉ HACER?
Sin duda, la duración de esta crisis sanitaria y la incertidumbre que hay en torno a su término hacen doblemente difícil enfrentarla. Si bien, a nivel individual, asegura que es un tiempo de autoconocimiento y de aprender a leer nuestro mundo interior, el profesional coloca énfasis en abordar esta experiencia en forma colectiva, no sólo para compartir, sino también para decidir e incidir en la respuestas y políticas públicas, así como para instalar en las prioridades gubernamentales las demandas sociales. ¿Dónde participar?. En la junta de vecinos, organizaciones de usuarios de los centros de salud, en cabildos, centros de pares y apoderados del colegio, etc., porque una comunidad cohesionada es más sana, aumenta la confianza y es un indicador de salud mental.
“Tenemos que poner mucha atención a lo que nos está pasando individualmente, pero no perder de vista lo colectivo… No tenemos que olvidar nunca la participación social, juntarnos, poner temas sobre la mesa, tratar lo más posible influir en las políticas sociales”, sostiene el sicólogo UPLA, quien abordó este tema durante una charla que realizó en el marco del Proyecto Explora, del cual la Universidad de Playa Ancha (UPLA) es parte.
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